Normalmente, los padres, en su esfuerzo por educar a niños sanos y felices, son los primeros que detectan cuándo un hijo/a tiene problemas de comportamiento o emocionales. También, es posible que hayan sido alertados por las observaciones e indicaciones de los maestros, pediatras u otros miembros de la familia.
Algunas señales pueden indicarnos la necesidad de buscar la ayuda profesional de un psicólogo/a, tales como:

  • Observar comportamientos infantiles, como de etapas evolutivas anteriores a la que está el niño/a en ese momento.
  • Problemas de rendimiento académico o cambios importantes en los resultados académicos.
  • Ansiedad, preocupación excesiva y miedos diversos que le impidan la realización de actividades propias de su edad.
  • Inquietud y movimiento continuo, más que el resto de niños de su edad.
  • Falta de atención, distracciones, incapacidad para mantener un esfuerzo sostenido.
  • Irritabilidad, mal humor persistente y/o comportamientos desafiantes.
  • Desobediencia, agresividad, conductas destructivas o autodestructivas.
  • Tristeza, llantos o rabietas frecuentes.
  • Quejas continuas sobre dolores y molestias.
  • Aislamiento social, dificultad para hacer amigos, timidez excesiva.
  • Mentiras continuas.
  • Falta de respeto a las normas, a la autoridad y a los derechos de los demás.
  • Negativa a asumir las responsabilidades propias de su edad o a participar en las tareas comunes.
  • Consumo excesivo (comida, ordenador, televisión, videojuegos, compras, etc.).
  • Dormir poco, mal o hacerlo en exceso.
  • Estar demasiado preocupado por su imagen personal,  por el peso, por lo que come y las calorías que tiene cada alimento.
  • Tener algún síntoma de tomar drogas o alcohol (dilatación de pupilas, empeoramiento del rendimiento académico, absentismo escolar, cambio de amigos, enlentecimiento o torpeza motora, cambios bruscos de humor, engaños…)
  • Problemas con los hermanos (celos, rivalidad, agresividad…) o en las relaciones con la familia.

También es posible que esté leyendo esta página porque quiera asegurarse de que las decisiones que toma respecto de la formación de sus hijos, sean las más adecuadas a las circunstancias por las que atraviesan ustedes como familia, en este momento. O puede que deseen mejorar las relaciones que existen entre ustedes para evitar posibles conflictos o problemas futuros.

Otras veces, lo que nos lleva a buscar ayuda profesional, es que como pareja y padres de nuestros hijos/as no estamos de acuerdo en la forma de educarlos, tenemos ideas muy distintas sobre la educación y sobre las cosas que queremos transmitirles, o no estamos de acuerdo en cómo afrontar una situación concreta, y esto nos lleva a discutir, gritar, criticarnos, en vez de disfrutar de la crianza de nuestros hijos y de construir un espacio de bienestar, entendimiento y tranquilidad.

El hecho de reconocer todas estas situaciones, y estar dispuesto a buscar y aceptar ayuda cuando se haya detectado que es necesario, puede contribuir a crear una familia e hijos más saludables y felices.