Entre las cosas que más afectan de forma negativa a la globalidad de nuestro funcionamiento (emociones, fisiología, comportamientos y pensamientos), es sentirnos distanciados de las personas que estamos más estrechamente vinculados: nuestra pareja, hijos, padres y hermanos.
En general todos los seres humanos sentimos la necesidad de mantener relaciones interpersonales significativas, intensas, estables y positivas, cuando nuestras relaciones se tornan en exceso conflictivas, perdemos la sensación de bienestar, la alegría, nos invaden sentimientos de soledad, de rabia y nos sentimos vacíos y sin rumbo.
Esto no quiere decir que tener conflictos con nuestra pareja sea malo, al contrario, es completamente natural ya que somos diferentes en muchos aspectos, y frente a los asuntos que nos atañen a ambos, en los que tenemos que llegar a un acuerdo, podemos tener intereses, necesidades, opiniones, formas de afrontarlo diferentes. Incluso, la ausencia de conflictos en una pareja, puede indicar distanciamiento emocional que hace imposible una auténtica relación. Por tanto el problema no está en tener conflictos, sino en la frecuencia y la intensidad de los mismos, en la repercusión que tienen y, por supuesto, en la forma de solucionarlos.
Algunos indicativos de que nuestra relación de pareja no funciona adecuadamente pueden ser:
- Dificultades para hacernos entender por nuestra pareja o para entenderla a ella, escasa comunicación o muy difícil, faltas de respeto, gritos frecuentes, críticas, menosprecios, indiferencia.
- Falta de apoyo mutuo, reconocimiento, interés y colaboración.
- Dificultad para resolver los problemas y llegar a acuerdos.
- La relación no se ajusta a nuestras expectativas, no satisface nuestras necesidades (intimidad, sexo, afecto, comunicación, apoyo…)
- Problemas en las relaciones sexuales (falta de deseo, excitación, incapacidad para llegar al orgasmo, eyaculación precoz o retardada…)
Puede que también nuestra relación presente problemas especiales debido a las circunstancias por las que atravesamos como:
- Momentos de crisis por pérdidas de algún familiar, pérdida de trabajo, problemas económicos, problemas laborales, enfermedad de algún miembro de la familia, dependencia o discapacidad de algún familiar, etc.
- Situaciones de ira o violencia.
- Infidelidades.
- Una de las partes quiere terminar y la otra no.
- Ausencia de amor.
- Trastornos psicológicos o problemas de personalidad en uno de los miembros de la pareja.
También puede que haya decidido buscar ayuda sólo porque desea mejorar su relación para que se torne más gratificante y solida sin tener ningún problema especial.